martes 16 de febrero
La espuma del verde mar llegó sigilosa a lamer brevemente la goma de los zapatos. Los zapatos que la gentileza de mi hijo solitario hizo cubrir mi andar descalzo. La orilla del mar se arrastra en un vaiven, en el que marca nuevas fronteras húmedas a la playa. El mar del norte envía sus fríos, verdes y salados emisarios a posarse a mis pies, a morir en la arena de la Playa de San Lorenzo.
Ruge el mar, predicando su grandeza, en un intento de intimidar a este caminante solitario y extranjero. El vacío de la ciudad milenaria ha arrojado al nirgüeño silente hacia sus extremidades, donde pueda liberar la malvenida nostalgia.
Ciudad fría, grís y solitaria. Malecón abandonado, hiriente. No es este el malecón festivo que me saludaba como perro alagre y saltarín en La Habana. No es el malecón de La Habana. No es éste el malecón que regaba destellos desde sus tibios lomos en Santo Domingo. No es el malecón de Santo Domingo. No es éste el malecón donde mi hermano, el mayor, escondía en las chanzas su agreste soledad. No es éste el malecón de San Félix. No es el mar Caribe de nuestros abrazos, no son los aires de nuestros afectos. Es el frío mar, verdegris y solitario del norte.
La espuma del verde mar llegó sigilosa a lamer brevemente la goma de los zapatos. Los zapatos que la gentileza de mi hijo solitario hizo cubrir mi andar descalzo. La orilla del mar se arrastra en un vaiven, en el que marca nuevas fronteras húmedas a la playa. El mar del norte envía sus fríos, verdes y salados emisarios a posarse a mis pies, a morir en la arena de la Playa de San Lorenzo.
Ruge el mar, predicando su grandeza, en un intento de intimidar a este caminante solitario y extranjero. El vacío de la ciudad milenaria ha arrojado al nirgüeño silente hacia sus extremidades, donde pueda liberar la malvenida nostalgia.
Ciudad fría, grís y solitaria. Malecón abandonado, hiriente. No es este el malecón festivo que me saludaba como perro alagre y saltarín en La Habana. No es el malecón de La Habana. No es éste el malecón que regaba destellos desde sus tibios lomos en Santo Domingo. No es el malecón de Santo Domingo. No es éste el malecón donde mi hermano, el mayor, escondía en las chanzas su agreste soledad. No es éste el malecón de San Félix. No es el mar Caribe de nuestros abrazos, no son los aires de nuestros afectos. Es el frío mar, verdegris y solitario del norte.
Mañana vendrá la vida otra vez, con su ditirambo y sus ruidos. Yo me inclino a esta hora para guiar las palabras, que sirven de desagüe a las venas. Mañana será otro día, con más gente en las calles y con el vacío en las arterias.
En horas de la noche comenzó a poblarse la plaza con los disfrazados, emergiendo del silencio y 
del frío. Yo, sin cámaras, me conformo con ilustrar aquí con fotos descargadas de las noticias, igual que las imágenes de la playa de San Lorenzo, total, son las mismas imágenes que vi en vivo. Aquí al carnaval le llaman ANTROXU, y el último día se cierra con el fallecimiento de un pez gigante el cual deja un testaemtne donde cuestiona por lo general a personalidades de la política. En esto se parece a nuestra quema de Judas.
del frío. Yo, sin cámaras, me conformo con ilustrar aquí con fotos descargadas de las noticias, igual que las imágenes de la playa de San Lorenzo, total, son las mismas imágenes que vi en vivo. Aquí al carnaval le llaman ANTROXU, y el último día se cierra con el fallecimiento de un pez gigante el cual deja un testaemtne donde cuestiona por lo general a personalidades de la política. En esto se parece a nuestra quema de Judas.
que bueno, el mar un desague de las venas...momento para meditar, pensamientos q piden a gritos ser escritos para ser inolvidables!!
ResponderEliminarAtento a la actualización de tú bloch y ce sus andanzas.
ResponderEliminarSaludos a las/los poetas.
Hoy lunes 17, me enteré el Premio “TEXTO POÉTICOS SOBRE 27F”, auspiciado por la Embajada de Brasil, los poetas ganadores: David Figueroa Figueroa, David Figueroa González, Yony Osorio y Manuel Barreto entre otros. Bueno es tiempo para celebrar.
Eliseo