martes, 9 de febrero de 2010

QUINTO DIA EN MADRID Y PARTIDA HACIA ASTURIAS



Habíamos llegado al acuerdo de levantarnos temprano para disponernos a un largo viaje hacia Asturias. Con una salida de sol un tanto perezosa (a las 7 y media de la mañana no habia señales del alba) y con un frío tremendo, los planes sucumbieron bajo las cobijas. Hubo que disponer de mucha voluntad y salir de las camas para cumplir con los arreglos finales del hostal y salir hacia la estación sur del ALSA. Estuvimos a tiempo para salir a las doce del mediodía, pero divisé ahí mismo un puesto de comida de esas que son por auto servicios, como la de Yiyín o Ajoporro en San Felipe. Había espaguetti ¡varios días de comer pan relleno! tomé el plato con pasta y lo acompañé con callos... a la madrileña. Linda y Margarita se decidieron por algo más liviano, David y José se perdieron de vista. Nos tocó el autobús número 2 y fueron seis horas de recorrido. Mirar por las ventanillas no reportaba mayores novedades, sólo campos sembrados de heno y uno que otro poblado no tan pintoresco o antiguo como Toledo, así que todo fue dormir y oir algo de radio. De vez en cuendo me dejé acompañar por la pospuesta lectura de "El País de la Canela".

Llegamos a las seis de la tarde bajo una llovizna insistente y donde primero entramos fue al establecimiento de uno de los familiares de Linda. Creo que es una cidrería, muy comunes por aquí, en vez de las cañeras de Madrid. Nos ubicamos en el apartamento y entre sorbos de sangría nos entramos por los intrincados caminos de la poesía, el amor y el desamor, con profundas reflexiones de José y la eterna jodedera de David. En eso se nos fue medianoche y luego cada quien a buscar su sueño.

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