domingo, 7 de febrero de 2010

CUARTO DÍA EN MADRID Y TOLEDO



Ayer antes de acostarme había pensando en volver a revisar nuevamente algunas salas del Prado, pero surgieron otros planes. José y Linda tenían intenciones de ir hoy a Toledo, no fue difícil convencer a Margarita y David, así que salimos temprano a la estación de Atocha con esas intenciones. Llegamos a Toledo al mediodía, y al instalarnos en el centro pregunté por la catedral, no por razones religiosas, sino por la cantidad de obras de arte que están allí. Los compañeros decidieron comer primero. Preferí separarme del grupo y hacer mis incursiones en solitario. Muchos turistas buscan entrar a la catedral, y en una oficina enfrente vende las entradas a 7 euros. Valió la pena: encontré allí un tercer Caravaggio dentro de un pequeño espacio donde prevalecen obras de El Greco. Allí estaba San Juan Bautista, ese que se muestra menos amilanado que otro que se exhibe en la Galería Borghese de Roma, Italia. Aproveché un momento de soledad para perderme, no con intención, por las intrincadas callejas. Perdido en Toledo, como cualquier turista que pasaba azaroso a mi lado, en busca de una esquina ya vista. Volví a la plaza de la estación de buses y luego todo fue regresar para el descanso.

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