CUARTO DIA EN BUSTO

domingo 14 de febrero

Tengo unas ganas sobrenaturales de llamar a Ismerda. Yo, que he sido indiferente a celebraciones relacionadas con el amor, quiero llamarla para felicitarla. Intentaremos nuevamente ir a Luarca en tren. Hoy salimos temprano, y con la dirección correcta. El tren nos recogió a eso de las 9 y 50 minutos, y a los 20 minutos ya estábamos en la estación de destino. Bajamos por una calle empinada, solitaria como los pueblos que hemos visitado. Tiene unas vistas como de postales. La atraviesa un río, como lo hace el Sena con Francia, con puentes en cada curva. Había unos patos nadando, dice Linda "Qúe lindos, mira los patos, son tan tiernos", responde Margarita "tan buenos pa hornearlos a la naranja..." Son dos mundos diferentes, pero se llevan tan bien.

Entramos a una librería, ahí compré una biografía de García Márquez en tapas dura, escrita por un tal Gerald Martin, inglés y escualido. Me lo traje porque temgo tiempo esperando la segunda parte de "Vivir para contarla". Luego nos fuimos a una cafetería donde pedí una tortilla española, bien buena, mientras comenzaba la lectura del recién adquirido libro. Salimos a conocer el lugar, y en verdad poco había que ver, aparte del paisaje del río, puente y los patos. Dimos algunas vueltas y nos encontramos con un aviso de la línea de autobuses Alsa. Teníamos que regresarnos en el mismo tren que nos trajo, no había otra forma, y pasaba a las 12 y tanto, o sea que teníamos poco tiempo para regresarnos a la estación.

Regresamos y cada quien a lo suyo. Cocinamos, Margarita perdió los lentes, David comenzó a "rayar " una ideas, José estaba en lo mismo, yo seguía averiguandole la vida a García Márquez. Mañana saldremos temprano de regreso hacia Gijón.